miércoles, 21 de enero de 2015

Lugares que no te puedes perder II

Lanzarote


  • Las Montañas del Fuego o Timanfaya forman parte de una amplia zona afectada por las erupciones volcánicas acaecidas en Lanzarote entre 1730-1736 y con posterioridad en el año 1824. Este largo proceso eruptivo, uno de los más relevantes y espectaculares del volcanismo histórico de la Tierra, cambió drásticamente la morfología de la isla quedando prácticamente sepultada una cuarta parte de la misma bajo un grueso manto de lava y ceniza.
  • Playas de Papagayo. Las playas de Lanzarote constituyen una invitación para disfrutar del mar que baña sus orillas, pues la temperatura media anual del agua ronda los 19.5º C.El mar de Lanzarote, generalmente quieto y amable, invita a su disfrute en las numerosas playas que salpican su litoral, pero, también ofrecen otras oportunidades de goce, además del conocido disfrute de playa y sol, a través de los deportes náuticos, o las excursiones marítimas, debido al buen tiempo reinante durante todo el año, a la gran cantidad de horas de sol y a la elevada temperatura media del agua de mar.
  • Los Jameos del Agua, al igual que la Cueva de los Verdes, se localizan en el interior del túnel volcánico producido por la erupción del Volcán de la Corona.
    Los Jameos del Agua se encuentran situados en la sección de este túnel más cercano a la costa. Deben su nombre a la existencia un lago interior que constituye una formación geológica singular. Se origina por filtración al encontrarse por debajo del nivel del mar.


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La Palma



  • Bosque de los Tilos. En este bosque encantado, las nubes cuelgan de las puntas de las ramas. Se envuelven y se deslizan por las lianas. Gotean desde los frondes de los helechos. Redondean las formas, matizan los colores. En este bosque encantado, nubes y plantas son una y la misma cosa, porque la humedad de las unas es el alimento de las otras.Los Tilos alberga uno de los bosques de laurisilva más importantes del archipiélago canario. Se trata de un ecosistema heredado de la época terciaria y declarado Zona Núcleo de la Reserva Mundial de la Biosfera La Palma. Localizado en el municipio de San Andrés y Sauces, conserva un patrimonio natural de excepcional valor. Atendiendo a la flora, destacamos la presencia de tiles, viñátigos, palos blancos, laureles, acebiños, barbuzanos, madroños, peralillos, fayas, brezos y extraordinarios helechos gigantes. Y entre la fauna merecen una especial mención las palomas turqué y rabiche, así como los innumerables invertebrados. Hay un Centro de Interpretación con una exposición permanente que explica los valores naturales del entorno. La zona es ideal para darse un paseo y ofrece buenas opciones de senderismo. La ruta más larga llega hasta los Nacientes de Marcos y Cordero, a través del sendero homologado PR LP 6. Y las versiones más cortas, hasta el Mirador del Espigón Atravesado o hasta el Mirador de las Barandas.
    Santa Cruz
  • Santa Cruz de La Palma es la capital de la isla, asentada en la parte oriental de La Palma. Es una hermosa ciudad de tradición marinera con valiosas edificaciones civiles y religiosas de los siglos XVI y XVII. El centro urbano fue declarado Conjunto Histórico-Artístico.


    El Tablado
  • El Tablado. Este minúsculo pago garafiano, al que dan nombre unos característicos pajeros de madera, está colgado a la vera de dos enormes barrancos. Suspendido del vacío como un castillo medieval, dos profundísimas trincheras naturales funcionan como sus fosos imaginarios. Intramuros, un paisaje bucólico y vertical. Caserío perteneciente al municipio de Villa de Garafía. Constituye un espacio natural protegido, bajo la categoría de Paisaje Protegido. Se encuentra entre los barrancos de Los Hombres y Fagundo y es un buen ejemplo de la arquitectura rural de la isla. Por él pasa el sendero GR 130 y las vistas que ofrece son espectaculares. La zona es tan tranquila como hermosa.

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Tenerife

  • Parque Nacional del Teide
     El Parque Nacional del Teide, situado en el centro de la isla de Tenerife, alberga la mejor manifestación de la vegetación del piso supramediterráneo. Por otro lado, con una altitud media superior a los 2.000 metros nos ofrece una de las muestras más espectaculares del vulcanismo a nivel mundial y representa la mejor muestra de ecosistema volcánico de alta montaña de toda Canarias. En 2007 el Parque Nacional del Teide fue incluido como Bien Natural en la Lista del Patrimonio Mundial de la UNESCO. Además el Parque también cuenta con galardones como el del Diploma Europeo. Geomorfológicamente, la estructura de la caldera y el estratovolcán Teide - Pico Viejo constituyen monumentos geológicos de los más espectaculares del mundo. Además, la gran variedad de conos y domos volcánicos, coladas de lava, pitones y cuevas forman un extraordinario conjunto de colores y formas, acrecentando el interés científico y paisajístico de este área. En cuanto a su gran riqueza biológica, destaca su singular flora con un alto porcentaje de endemismos y su fauna invertebrada con numerosas especies exclusivas. Este Parque Nacional, creado en 1954 en reconocimiento a su singularidad volcánica y biológica, es con sus 18.990 hectáreas el mayor y más antiguo de los Parques Nacionales de las Islas Canarias. Además de su Zona Periférica de Protección, este espacio natural está rodeado del Parque Natural de la Corona Forestal que, con 46.612,9 hectáreas de extensión, es el mayor espacio natural protegido de toda la Comunidad Autónoma de Canarias.
  • El Parque Rural de Teno es uno de los espacios naturales más bellos de Tenerife. Tradicionalmente aislado debido a sus limitados y difíciles accesos, este montañoso macizo del noroeste de Tenerife alberga grandes valores ecológicos, paisajísticos y culturales, estos últimos representativos de la arquitectura tradicional isleña. Perviven en su interior amplias zonas de laurisilva y un tipo de vegetación boscosa de gran riqueza. El Parque rural de Teno es también santuario de muchas especies animales como el águila pescadora. Precisamente, la riqueza de su avifauna ha provocado la declaración de la zona como área de especial protección para las aves. Desde la Punta de Teno, el punto más occidental de la Isla, señalado por un antiguo faro, se divisan espectaculares panorámicas de los acantilados de Los Gigantes, que descienden vertiginosamente hacia el mar desde alturas que alcanzan los 600 metros. El Parque Rural de Teno se encuentra situado en el extremo noroccidental de la Isla de Tenerife, estando configurado básicamente por el macizo de Teno y las zonas que lo rodean. Comprende parte de los municipios de Buenavista del Norte, Los Silos, El Tanque y Santiago del TeideTeno es un macizo volcánico antiguo en el que los procesos erosivos modelaron su actual paisaje, formándose grandes acantilados costeros y quedando al descubierto numerosos diques y pitones.Las últimas manifestaciones volcánicas encauzaron sus coladas por antiguos valles y fosilizaron algunos acantilados, abriéndose en forma de abanico al alcanzar la costa y dando lugar a islas bajas como la de Buenavista o la de Teno Bajo.
    La orografía actual de Teno se caracteriza por sus perfiles, valles como el de El Palmar y Erjos y por sus profundos barrancos que, como el de Masca, suelen desembocar en pequeñas playas. Sin embargo, lo más representativo de la costa de Teno son sus impresionantes acantilados, como el de Los Gigantes, que llega a superar los 500 metros de altura, así como las islas bajas y los taludes de derrubios acumulados sobre ellas.Por su altitud y exposición, Teno ofrece una gran diversidad biológica y constituye un importante refugio para algunas especies amenazadas, como las palomas de la laurisilva o los lagartos endémicos. La formación de monteverde se extiende por las zonas expuestas al alisio y en el Monte del Agua cuenta con una magnífica representación de fayas, palos blancos, acebiños y madroños.En la vertiente meridional del Parque, los elementos vegetales más destacados son las retamas y las tabaibas, junto con otras especies propias de zona de transición, mientras que en los taludes de la vertiente norte destacan restos de bosque termófilo, especialmente palmeras, dragos y granadillos.En la Punta de Teno se encuentra una de las mayores y mejor conservada representación de tabaibas y cardones de la Isla, cuya espectacularidad radica en su abundancia y el porte que alcanzan algunos ejemplares.Además de los valores naturales, Teno cuenta con un importante legado de valores etnográficos, con costumbres tradicionales que en muchas ocasiones sólo se conservan en algunos lugares de nuestra geografía. Si deseas conocer la riqueza natural y cultural de este paraje, nada mejor que desplazarse por sus carreteras, caminar por sus senderos, contemplar sus vistas panorámicas desde sus miradores, conocer sus caseríos y gastronomía, alojarse en el Albergue de Bolico, pasar un día familiar en el Área Recreativa de Los Pedregales y adquirir algunos productos locales en el Mercadillo del Agricultor de El Palmar.
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Fuerteventura

  • Parque Rural de BetancuriaCasi todo el parque coincide con los afloramientos del complejo basal de Fuerteventura, que ocupan la franja oeste de la isla, lo cual no sólo le confiere un excepcional interés científico sino que además, impone una peculiaridad cromática y estructuraltoda su superficie. En su conjunto, se trata de un paisaje de gran belleza impregnado de cierto tipismo tradicional y adornado en todo momento por elementos singulares que caracterizan el paisaje de la zona (barrancos, lomos,…). En los peñascos y macizomontañosos se refugian muchas plantas rupícolas, con varias especies amenazadas y protegidas. No faltan las especies introducidas como el tabaco moro (Nicotiana glauca), o incluso pequeñas poblaciones de pinos en las inmediaciones de Betancuria. Otros hábitats particulares como el humedal de las presas de las Peñitas y los Molinos, presentan gran interés faunístico y los acantilados costeros y de interior sirven de refugio a varias rapaces amenazadas.
  • Montaña mágica de Tindaya. Lugar sagrado y de culto para los antiguos pobladores. Propiedades mágicas atribuidas a una montaña desde tiempos aborígenes. Podomorfos, enigmáticos vestigios grabados en piedra con forma de huella de pie que miran a poniente, recuerdan el pasado lejano de la Montaña de Tindaya. Reducto de paz e inspiración. Unión de arte y naturaleza que continúa hasta nuestros días cuando el escultor Eduardo Chillida plasmó su idea de introducir el espacio en la materia, “una gran escultura para la tolerancia”, su Proyecto Monumental Montaña de Tindaya. “Una montaña donde crear un espacio interior que pudiera ofrecerse a los hombres de todas las razas y colores, una gran escultura para la tolerancia” Eduardo Chillida.
  • Jameo – Cueva del Llano.Es un tubo de lava de 648m. en el que se analiza la introducción de determinadas especies animales a lo largo de la historia. La cueva del Llano es un tubo volcánico de considerables dimesiones, situado en las cercanías de Villaverde, al cual se accede por un gran jameo que la divide en dos ramales: uno hacia el norte, más largo y pendiente y otro hacia el sur, pendiente arribade la colada. El ramal norte tiene 500 metros d elongitud y es de fácil acceso. En un estudio realizado entre los años 90 y 91 se descubrió un arácnido troglobio endémico de Fuerteventura que vive en el último tramo del ramal norte de la cueva. Se trata del Majoreus Randoi Rambla, que ha resultado ser una nueva especie y también un nuevo género. También se ha detectado la existencia de la araña Spernophorides Fuertecavensis Wundierlich, con adaptación al medio cavernícola, pero no tan acentuadas como laanterior. En este tramo, se ha evidenciado también tras una excavación practicada, la presencia de un importante yacimiento paleontológico, muy rico en restos de vertebrados y gasterópodos fósiles y subfósiles.
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domingo, 21 de diciembre de 2014

Lugares que no te puedes perder I

El Hierro

El Garoé
  • El Garoé es un claro ejemplo de la lucha que los aborígenes y habitantes de El Hierro han mantenido para conseguir un suministro constante de agua. Símbolo de la Isla, el Garoé condensa el agua del aliso para depositarla en las albercas donde hombres y animales saciaban su sed.
Este árbol fuente de leyendas se ha convertido en todo un símbolo para la más pequeña de las islas del archipiélago canario y muestra de la capacidad de sus habitantes para aprovechar los escasos recursos que ésta le ofrecía.
Hoy cuenta con un centro de interpretación para conocer el fenómeno natural de la lluvia horizontal y la riqueza arqueológica y cultural que este mítico lugar encierra.
Árbol sagrado de la isla, venerado por los bimbaches. En el año 1610 fue destruido por un huracán pero en 1949 fue plantado otro tilo en el mismo lugar para rememorar aquel otro que forma ya parte de la historia.

Ermita de Nuestra Señora de los Reyes
  • En el Parque Natural de la Dehesa se encuentra la ermita de Nuestra Señora de los Reyes la patrona de la isla, consuelo y veneración del pueblo herreño. Sus paredes blancas entre la arboleda, sus aljibes para el que venga sediento, las cuevas que rodean su estancia y la bruma que pasa hacen de este un lugar mágico. La historia cuenta que la Virgen de los Reyes abasteció milagrosamente de agua de lluvia a los habitantes herreños en una de las peores épocas de sequía vividas en la isla. desde entonces, en esta ermita se venera la imagen de la Virgen de los Reyes, patrona de la isla, que cada cuatro años es llevada en procesión hasta Valverde cumpliendo el voto de 1741: La Bajada de la Virgen de Los Reyes, como homenaje y agradecimiento por su ayuda.
El sabinar
  • En el Sabinar, ubicado en La Dehesa, encontramos un bosquete abierto de espectaculares sabinas retorcidas por la fuerza de los vientos alisios, que las modela de forma crispada, como si los nudos de la madera fuesen anclas a un suelo con el que deben pelearse para lograr su sustento en esta trinchera vegetal que han creado para sobrevivir.
El sabinar se trata de una formación de sabinas cuyas retorcidas formas han sido moldeadas durante siglos por la violencia de los vientos y las condiciones climáticas predominantes en esa zona. Incluido en el inventario de espacios naturales objeto de protección especial de Medio Ambiente desde 1975.


    Faro de Orchilla
  • El faro de Orchilla está situado en el municipio de El Pinar de El Hierro, en la isla canaria de El Hierro (Islas Canarias, España), sobre la punta de la Orchilla. Se encuentra enclavado en un punto histórico referenciado por la cartografía de la antigüedad, ya que desde Claudio Ptolomeo se situó en su solar el Meridiano 00. También los franceses establecieron el meridiano cero en dicha punta en 1634.En 1924, y con piedra traída desde el municipio grancanario de Arucas, comenzaron las obras de construcción de este faro, que se emplazó sobre la línea imaginaria que representaba dicho meridiano, de acuerdo a los cánones tipológicos al uso, un complejo formado por tres obras, aljibe, la casa del farero y linterna. El proyecto fue ejecutado por un técnico herreño, Antonio Montesdeoca, siguiendo los dictados del proyecto de Herbella, y a la vez auxiliado por el ingeniero Eloy Campiña, venido ex profeso desde Madrid para montar la luminaria que corona la linterna de piedra labrada. La obra fue rematada y entregada en 1930.El 25 de septiembre de 1933 fue encendido por primera vez por sus torreros fundadores, Carmelo Heredia, natural de Murcia y Rafael Medina, ofreciendo a los navegantes un faro de segundo orden de luz roja fija con destellos de luz blanca cada cinco segundos, perceptible a 75 millas náuticas.El Faro de Orchilla es el edificio civil más importante de la isla de El Hierro, contando sólo con setenta y cinco años de edad. La arquitectura insular histórica se mueve dentro de dos parámetros muy concretos, la arquitectura religiosa de cuño mudejarista que, partiendo del barroco, incorpora elementos constructivos vernáculos; y la vivienda popular, casa de uso agropecuario que conforma caseríos en lo que se ha dado en llamar el estilo canario. Por su fecha de construcción (entre 1924 y 1933) podemos hablar de un edificio monumentalista inmerso en la fase terminal del eclecticismo, al borde mismo del racionalismo histórico.De grandes proporciones, está construido enteramente en piedra de cantería; junto al mismo se encuentra una tabaiba gigante, posiblemente la mayor en extensión, no en altura, de todas las Canarias. Esta especie de euphorbia es muy abundante en toda la zona de Orchilla.
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La Gomera

Centro de Visitantes del Parque Nacional del Garajonay 



Torre de los Peraza
  • Situado en la zona del preparque, el Centro de Visitantes es un espacio arquitectónico que mezcla una sala de exposiciones, un salón de actos, un museo etnográfico, talleres de artesanía y un jardín botánico. Ideado para entender la cultura tradicional gomera y todas las claves para comprender la naturaleza virgen del Parque Nacional del Garajonay, el Centro de Visitantes es un lugar de obligatoria visita en la isla de La Gomera. En su interior destacan la reconstrucción de una vivienda tradicional con su lagar, herramienta de prensa que servía para hacer el vino.
  • Es el puerto de entrada a la isla y la capital de la misma. Motor económico y cultural de La Gomera, destaca por su histórico pasado, donde la huella del paso de Cristóbal Colón como último punto de partida hacia el descubrimiento de América hace de San Sebastián un lugar único en las Islas Canarias. Como huellas de su historia destacan la Torre del Conde, fortaleza del origen medieval y la construcción más antigua conservada en las Islas; la iglesia de Nuestra Señora de la Asunción, un verdadero museo de arte sacro con obras de los siglos XVI al XIX; la ermita de san Sebastián, levantada hacia 1530 o la llamada Casa de la Aguada, con su pozo de donde cuenta la leyenda que Cristóbal Colón tomó el agua con el que fue bautizado el nuevo continente.San Sebastián es, además, un extenso municipio salpicado de caseríos de bellas construcciones de arquitectura tradicional canaria, como los de La Laja, Vegaypala o Tejiade, testigos de su pasado agrícola y referentes en los tradicionales caminos que las unen y que forman parte de la red de senderos de la isla.Quizá las mejores dotaciones hoteleras se encuentran en este municipio, destacando el Parador Nacional de La Gomera, una interesante construcción de arquitectura neocanaria que ha sido declarado el mejor parador de las Islas Canarias, con un restaurante recomendado en las mejores guías gastronómicas; o el hotel Jardín Tecina, colindante con el municipio de Alajeró y que cuenta con el único campo de golf de la isla, apenas a unos minutos del aeropuerto insular.San Sebastián de La Gomera guarda en su ermita de Puntallana a la patrona de la isla, la virgen de Guadalupe, quien cada cinco años sale en procesión hacia todos los municipios de La Gomera, atrayendo a miles de fieles y curiosos en las fiestas más importantes de la isla: las fiestas lustrales.

  • El Parque Nacional de Garajonay debe su nombre a la leyenda de los amantes Gara, princesa gomera y Jonay de Tenerife quienes ante la desaprobación de su amor por sus familiares, decidieron clavarse una lanza de madera y tirarse desde el pico más alto de la isla.
    El Parque Nacional de Garajonay 
  • Garajonay está formado por una tupida selva conformada por diferentes especies vegetales, envuelta frecuentemente por un mar de nubes que confiere al bosque un aspecto mágico. Estas nieblas, cuya carga de humedad es interceptada por el propio bosque son esenciales para su propia supervivencia en un territorio insular dominado por la aridez. Este bosque, siempre verde, recibe el nombre de laurisilva, que significa selva de laureles, ya que la mayor parte de especies arbóreas que la componen presentan hojas similares a las del laurel, y cuya existencia está ligada una elevada humedad y temperaturas suaves con escasas oscilaciones durante el año.
    Este bosque de laurisilva canaria, ocupa una extensión de unas 4.000 hectáreas, lo que supone cerca de un 11 por ciento de la superficie total de la isla. Es un relicto de los bosques subtropicales que ocupaban buena parte de Europa y norte de África hace varios millones de años, por lo que “Garajonay” puede considerarse como un auténtico fósil viviente. Para proteger este ecosistema, en 1981 fue creado el Parque Nacional de Garajonay que, posteriormente, en 1.986 fue declarado Patrimonio de la Humanidad, por la UNESCO, máximo reconocimiento que puede alcanzar un espacio natural protegido.
    Los bosques de Garajonay no son homogéneos apreciándose diferentes tipos de bosques y otras formaciones vegetales donde viven con unas 2000 especies de flora, destacando el elevado número de especies endémicas exclusivas de la Isla y de Canarias. Entre los diferentes tipos de bosques que nos podemos encontrar están: Fayal-brezal seco, en aquellas zonas donde la humedad es menor formado por el mocán, palo blanco, barbusano, brezo y faya, entre otras especies. En los valles más húmedos orientados hacia el norte encontramos la laurisilva de valle, donde la vegetación está formada principalmente por enormes viñátigos y tiles, que pueden alcanzar los 35 m de altura. En las laderas húmedas encontramos la laurisilva de ladera, formada básicamente por loro, faya, y aceviño. En las cumbres, donde las incidencias de las nieblas es mayor aparecen los enigmáticos brezales de cumbre y en la vertiente sur domina el fayal-brezal. En el Parque destacan también los riachuelos que conforman la red de corrientes permanentes de agua mejor conservada de Canarias.
    La gran variedad de hábitats del Parque alberga una rica y diversa fauna, formada por invertebrados, vertebrados, anfibios, reptiles y aves, muchos de ellos endémicos. Dentro de éste último grupo cabe destacar la paloma rabiche y la paloma turqué.
    El Parque cuenta con una amplia red de equipamientos y servicios, entre los que cabe mencionar un Centro de Visitantes, un Centro de información, una amplia red de miradores, áreas recreativas, así como una red de senderos perfectamente señalizados, que permiten un mejor conocimiento y disfrute de esta auténtica joya natural.
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      Gran Canaria

  • El Faro de Maspalomas se encuentra en el sur de Gran Canaria, en pleno centro de una de las franjas de costa más visitadas de Europa. Maspalomas, Playa del Inglés y Meloneras ofrecen gran número de hoteles y apartamentos, muchísimas opciones de ocio durante el día y una atractiva vida nocturna alrededor de las playas.
    Playa de Masplomas
Pero Maspalomas no es sólo conocida por su enorme campo de dunas o por su buen clima. También lo es por su antiguo Faro, que ha visto la llegada de los primeros turistas y la conversión de la zona en lugar de vacaciones. Porque desde que el primer viajero comprendió que el buen tiempo era la norma de esta kilométrica playa, el Faro de Maspalomas ha sido testigo de miles de días de sol, lunas de miel y paseos junto al mar.La decisión de levantarlo se tomó en el lejano 1861. Las obras se prolongaron 28 largos años. Por aquel entonces el lugar era un paraje deshabitado, incomunicado del resto de la isla. Para la construcción del faro, de 55 metros de altura, se dispuso un muelle para descargar los materiales, que sólo podían llegar por mar.La luz del faro se encendía en 1890. Servía de guía a los barcos que cubrían las rutas entre Europa y América. Era la única construcción al final de una larga línea de arena que comenzaba en lo que ahora es Playa del Inglés y se cerraba en las cercanías del Oasis de Maspalomas.Hoy todo ha cambiado a su alrededor. Ahora se encuentra al inicio de una concurrida zona de paseo. Un lugar perfecto para realizar compras, hacer una parada tras la playa, salir a cenar o simplemente tomar algo junto a la larga línea de mar.A pocos metros del paseo, los bañistas se zambullen en la arena que inicia la Reserva Natural de las Dunas de Maspalomas, constituida por tres ecosistemas: el Palmeral, la Charca y las Dunas, que se extienden a pocos metros del mar. Toda la zona es un enorme espacio natural de excepcional valor.A tres pasos del Palmeral de Maspalomas encontrará el espacio protegido alrededor de la Charca, que nada entre el mar y la arena y que es lugar de descanso para las aves que migran a África. Junto a la Charca comienzan los campos de dunas, que cambian continuamente de forma, modeladas por el viento del océano.Desde el Faro y en dirección a las dunas, caminando por la orilla del mar, llegamos a la Punta de Maspalomas, que conecta con Playa del Inglés. Es realmente la misma playa, que a partir de ese lugar cambia de nombre. Recorrerla de un extremo a otro se convierte pronto en la sana rutina de los visitantes.La playa cuenta con tramos solitarios y aislados, en los que practicar nudismo. Del Faro de Maspalomas a Playa del Inglés la zona nudista comienza entre el chiringuito 3 y 4. De Playa del Ingles al Faro de Maspalomas la zona nudista comienza entre el 5 y 6. Los surfistas tienen por su parte su lugar de encuentro en la curva que une Maspalomas con Playa del Inglés. Paseantes, nudistas o surferos, todos se mezclan en la playa.Muchas cosas han cambiado desde 1861, pero Maspalomas continúa siendo un lugar perfecto para disfrutar del mar o dedicar tiempo simplemente a tomar el sol. Eso no ha cambiado. También sigue exactamente igual, en el lugar de siempre, la larga sombra del Faro, que antes velaba por los barcos que cruzaban el Atlántico y que ahora envidia a los bañistas que pasan los días bajo el sol de Maspalomas.
  • Museo y Parque Arqueológico Cueva Pintada
Tras muchísimos años de excavaciones, la Cueva Pintada y el poblado prehispánico situado en Gáldar, se han abierto de nuevo al público. Esta inauguración se ha convertido ya en uno de los acontecimientos culturales más importantes de los últimos años en Gran Canaria y un fuerte empujón para la revalorización turística de la comarca norte.
El Museo y Parque Arqueológico Cueva Pintada es el resultado de más de 24 años de trabajos de excavación y conservación de un enorme conjunto arqueológico. El edificio del museo se ha levantado sobre los restos de un poblado aborigen canario y es un testimonio excepcional de la cultura de los antiguos habitantes de la isla, de la sociedad anterior a la llegada de los europeos a Gran Canaria y de los primeros años de la colonización. El conjunto ofrece al visitante la posibilidad de conocer con detalle las casas y cuevas indígenas, observando los trabajos de excavación desde una gran pasarela que rodea al poblado.
El museo toma su nombre de las pinturas de la Cueva Pintada, símbolo de la cultura canaria, pinturas que ahora son posibles contemplar tras su adecuación para la visita turística
La importancia de estas pinturas, como memoria del pasado de Gran Canaria, supuso en el año 1972 su declaración como Monumento Histórico Artístico. Se trata de una cueva artificial excavada en la toba volcánica y cuyas paredes aparecen decoradas con frisos de motivos geométricos.
El Parque Arqueológico alrededor de la Cueva Pintada, localizado en el noroeste de la isla, es fruto del esfuerzo de muchísimas personas implicadas en la conservación del legado histórico proveniente de la cultura aborigen de Canarias.
Una visita obligada para todos aquellos interesados en conocer una cultura antigua nacida en unas islas en medio del Océano Atlántico.
El Museo y Parque Arqueológico Cueva Pintada de Gáldar es un museo de sitio entendido como zona arqueológica musealizada. Ofrece de forma paralela un amplio programa de investigación, de acciones didácticas y de difusión. Un programa que otorga a la nueva institución un papel predominante en el panorama científico y cultural de la isla.
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viernes, 21 de noviembre de 2014

Leyendas II


La Princesa Ico

Transcurría el siglo XIV. Una tormenta hizo embarrancar al navío del español Martín Ruiz de Avendaño en la costa de Lanzarote. El marino tuvo la suerte de que Zonzamas, el gran rey, le diera la bienvenida. Permaneció en la isla durante seis meses, disfrutando de la hospitalidad de los aborígenes. Pero también hubo otra razón para quedarse tanto tiempo allí. Fayna, la sublime esposa de Zonzamas, había conquistado su corazón.
Después, Martín Ruiz de Avendaño salió de nuevo a la mar. Nunca más se supo de él pero, a los cuatro meses de su partida, Fayna dio a luz una niña. Se le puso de nombre Ico y pronto se vio que era una princesita rubia y de piel blanca, lo cual alimentó los rumores entre los lanzaroteño. Ciertamente, no les había pasado desapercibido el romance entre el forastero y Fayna.


Cuando Zonzamas murió, le sucedió su hijo Tinguafaya. Sin embargo, no ejerció el poder durante mucho tiempo, porque a poco de ser nombrado rey, unos piratas españoles lo raptaron, junto con su esposa y otros setenta aborígenes que fueron vendidos como esclavos.

Después del corto reinado de Tiguafaya, le siguió en el poder Guanareme, otro hijo de Zonzamas. El nuevo rey se casó con su hermana Ico. En aquellos tiempos, esta costumbre resulta común entre los aborígenes de varias hijas del archipiélago. No obstante, tampoco a este monarca le esperaba un reinado muy largo. Perdió su vida luchando contra unos piratas que visitaron Lanzarote en busca de esclavos.

Guanareme tenía un hijo, Guadarfía, al que ahora le tocaba reinar. Pero Atchen, un pariente cercano, también reclamaba el trono. Éste administraba una dilatada región de Lanzarote y tenía tantas relaciones importantes como poder entre los guerreros. Además, Atchen sostenía que Ico no era hija de Zonzamas, sino fruto de la relación de la reina con aquel extranjero. Por tanto, su hijo Guadarfía tampoco descendía directamente de Zonzamas y no le correspondía subir al trono de manera legítima.

El consejo o tagoror de ancianos se reunió y, como suelen hacer los sabios para salvar sus espaldas cuando no saben qué decisión tomar, dejaron la resolución del problema en manos de la suerte o de sus divinidades. El consejo decidió, pues, que Ico debía someterse a una prueba sobrenatural, para comprobar su ascendencia real.

El día fijado para la prueba llegó. Llevaron a Ico y a sus tres damas de compañía a una cueva. Cientos de lanzaroteños acudieron a contemplar el macabro espectáculo. Cuando la reina estuvo en la entrada de la gruta, miró al gentío y pudo distinguir algunos rostros queridos, cubiertos de lágrimas, como el de su hijo Guadarfía. Solo su vieja matrona se atrevió a contravenir las normas y acercarse a ella para abrazarla. Un anciano hizo una seña y un par de hombres apartaron suavemente a la vieja para que el acto continuara. Aparentemente fuerte y segura de si misma, Ico entro en la cueva, seguida de sus compañeras. Delante de la gruta, se amontonaban ramas verdes. Las cuatro mujeres penetraron en aquel agujero y un guerrero encendió una hoguera sobre la que fue depositando el ramaje verde. Se produjo una gran humareda. Con hojas de palmera, dos hombres abanicaban el humo hacia el interior de la cueva.

Las mujeres encerradas comenzaron a sentir que les picaban los ojos y la garganta. Por fuera, el pueblo esperaba con expectación el resultado de la prueba: si Ico no muriera asfixiada, sería la demostración de que la sangre que fluía por sus venas era sangre real. Después de poco tiempo, se oyeron los gritos de las mujeres. Luego, una tos ahogada. Al final, los sonidos que provenían de la cueva se debilitaron y se extinguieron. Sin embargo, todavía la hoguera continuó encendida y los verdugos siguieron enviando humo hacia el interior.

Mucho rato más tarde, apagaron el fuego y los ancianos del consejo penetraron en la gruta. Delante de ellos, en el suelo, se encontraban tumbados los cuerpos sin vida de las tres compañeras de Ico. Su postura era retorcida y sus ojos continuaban muy abiertos por el terror y la agonía. Más adentro, apoyada en la pared de la cueva, se hallaba Ico, ennegrecida por el humo. Sus ojos eran dos ascuas que miraban a los viejos. Sin pronunciar una palabra, dio algunos pasos tambaleantes. Rechazó cualquier ayuda y, lentamente, salió de la cueva con la cabeza levantada, parpadeando. Atardecía y la luz de la puesta de sol bañó su figura renegrida. Se acercó a su hijo Guadarfía, el nuevo rey de la Isla, y lo abrazó. La multitud, reunida delante de la cueva, estaba delirante de júbilo ante el prodigio que acababa de realizarse ante sus propios ojos.

Como suele suceder en las historias mágicas, sólo unas pocas personas se enteraron de qué manera se había realizado aquel milagro. El resto, nunca supo cuál fue la verdadera razón por la que una de las viejas curanderas se había abierto paso hasta la princesa, a través de los asistentes a la prueba. Esa anciana mujer había ejercido durante muchos años como matrona. Ya cuando Ico nació ella había prestado sus manos sabias y hábiles para que la niña llegara sana a este mundo. Después, ayudó a Ico a tener a su hijo Guadarfía y curó a éste de no pocas heridas en sus correrías de niño y de adolescente. Para muchos aborígenes, la anciana no era sólo matrona sino también una inteligente curandera.

A nadie extrañó que la vieja abrazara a Ico, pero lo que ninguno de los presentes observó fue cómo, subrepticiamente, la matrona le entregaba una esponja marina, mojada en agua, y le rogaba que se la pusiera en la boca para respirar a través de ella cuando comenzara a entrar el humo.

Así, Ico pudo salvar su vida y el trono de su hijo.


Tibiabin y Tamonante



Una pared de piedra, extendida de mar a mar, dividía la isla de Fuerteventura y separaba sus dos reinos. Guise era monarca de Maxorata; Ayose de Jandía. Sus continuas discordias acabaron cuando el muro fue alzado y el aislamiento hizo posible la tranquilidad y la convivencia sin hostilidades.

Tanto Guise como Ayose y sus súbditos profesaban gran estima a Tibiabin la pitonisa. Adivinatoria como Guañameñe, el augur de Tenerife, y como Yoñe, el oráculo del Hierro, sus vaticinios siempre se habían confirmado. Igual estima y respeto sentían por Tamonanate, hija de Tibiabin, sibila como ella y consejera de gran predicamento. La voz de Tamonante era oída en las asambleas de los nobles a quienes exhortaba a cumplir sus juramentos y a mirar por el bienestar de los isleños. Ella cuidaba que las leyes no fuesen meras palabras dictadas en vano.


Y Guise y Ayose quisieron conocer el porvenir de sus reinos y los acontecimientos que aguardaba a sus vidas. Se reunieron con Tibiabin y Tamonante, las pitonisas de Fuerteventura: -“¿Qué fin es el que nos espera?”
Varios gánigos de leche vertió Tibiabin sobre el efequén invocando las señales del futuro. Tamonante, con el tafiaque de pedernal, sacrificó una pequeña baifa y entregó las vísceras a su madre. La sangre aún tibia y reciente sobre los despojos, en ella leyó Tibiabin: -“Llegarán gentes poderosas por el mar en sus casas blancas. No temáis ni le tratéis con violencia. Antes bien, recibidles con alegría y entregaros a sus designios pues solo beneficios traerán a nuestra tierra.”

No agradó a Guise, tampoco a Ayose, lo que Tibiabin acababa de profetizar, mas nada dijeron. Marcharon silenciosos cada uno a sus dominios tras la ringlera de piedras del muro.

La arribada de las naves de la expedición de Juan de Bethencourt y Gadifer de la Salle quebró la calma maliciosa de la isla. Los europeos de tardaron en revelar sus propósitos: les guiaba el afán de riqueza, el deseo de hacer esclavos para venderlos. Y tanta era su ambición que entre ellos mismos, gascones y normandos, se producían indisciplinas y desórdenes, desvíos y traiciones. Aprovecharon pues los isleños para sumar victorias en los combates y aniquilaron a los guardianes del castillo de Risco Roque, la fortaleza que habían edificado los invasores. Más Tibiabin y Tamonante auguraron grandes desgracias si no cesaban las hostilidades, sino rendían sus fuerzas y se doblegaban a los extranjeros.

Fue mucha la sangre acumulada bajo el vuelo siempre siniestro de los guirres. Guise y Ayose comenzaron a sufrir reveses en la contienda ya que los extranjeros andaban mejor armados. Sin embargo, los dos soberanos de Fuerteventura veían en sus derrotas el castigo por haber desoído las voces proféticas de las pitonisas. Y así, primero el uno, después el otro, ambos en compañía de buen número de adictos, resolvieron entregarse a los invasores.


Creyó entonces Tibiabin que se iniciaría una nueva era de fecunda y apacible prosperidad para la isla. Tal vez, como le había oído a ciertos europeos que visitaron Fuerteventura antes de la expedición de Juan de Bethencourt, empezaría el tiempo de paz perpetua y de felicidad que traía consigo el bautismo. Eso pensaba Tibiabin que secretamente guardaba las enseñanzas de aquellos europeos. Eso dijo su hija Tamonante. Y eso repetían ambas a quienes aún se negaban a rendirse.

Ya no Guise, sino Luis. Tampoco Ayose, sino Alfonso. Tales fueron los nuevos nombres impuestos al ser bautizados a quienes habían sido los monarcas de Fuerteventura. Y con sus nuevos nombres, ellos que poseyeron toda la islas, recibieron cuatrocientas fanegas de labrentío y frutal, exentas de tributos durante nueve años. También Tibiabin obtuvo merced de tierras de parte de los conquistadores.

Poco a poco propagaron los europeos sus modos y sus normas, mientras recorrían la isla proporcionándose orchilla y otros productos de los que se sacaban pingües ganancias. Aprendieron los isleños a confeccionar muchos alimentos, a hablar en otro idioma y creer en otra religión, a cultivar los campos y a construir más amplias y mejores habitaciones.

Mas luego que Juan de Bethencourt delegara en su sobrino, el tiránico Maciot, el gobierno de la isla, y cuando fue escasa la orchilla y el sequero agotó las simientes, los europeos trataron con miserable desdén a los isleños muchos de los cuales fueron presos y vendidos. El miedo y las amenazas se establecieron en la isla. Tibiabin y Tamonante, las pitonisas que vaticinaron una nueva época, fecunda y feliz, por amor de los extranjeros, sintieron sobre ellas el peso del odio y el desprecio de sus gentes. Como una maldición secreta pero ineludible.

Cruzó el viento por sobre los jables de la isla, persistieron calcosas, aulagas y verodes bajo el cielo parco de lluvias, Maciot de Bethencourt huyó y vino Hernán Peraza a sucederle, y aquella maldición nunca dicha que pesaba sobre Tibiabin y Tamonante hubo de cumplirse. Desembarcaron los piratas en las playas de Fuerteventura y, con asombrosa rapidez, capturaron a algunos pastores y varias mujeres. Tibiabin cayó prisionera. El alisio hinchó las velas del navío cuando, sin que pudieran evitarlos los isleños, se alejó de la playa con rumbo incierto.


No soportó Tamonante el verse sola, apartada de su madre. El dolor le fue adentrando hasta doblegarla, hasta confundir sus sentidos y anegar su entendimiento como en una nube de calima. Nadie reparó en ella cuando se detuvo al borde del barranco del Janubio. Ni siquiera supo por que se arrojó al vacío.


La Maldición de Laurinaga

En el siglo XV, don Pedro Fernández de Saavedra, fue nombrado señor de Fuerteventura. Don Pedro, tan conquistador en el amor como en la guerra, cobró fama, nada más llegar a la isla por sus aventuras con las muchachas guanches. Se casó, al poco tiempo de llegar allí, con doña Constanza Sarmiento, hija de García de la Herrera, y tuvo catorce hijos, amén de todos los ilegítimos que sembró por la isla en sus frívolas aventuras.

Con el transcurso de los años, uno de los hijos de doña Constanza, don Luis Fernández de Herrera, se convirtió en un apuesto caballero, heredando todos los defectos de su padre, pero ninguna de sus virtudes. Era altanero, petulante y conquistador; pero cobarde para la guerra. Y le resultaba divertido seducir a las muchachas indígenas, que le miraban como a un héroe.

En una ocasión, se encaprichó de una bellísima doncella que había sido bautizada como cristiana con el nombre de Fernanda. A la muchacha no le disgustaba la presencia de don Luis; pero no se decidió a poner en juego su reputación accediendo a sus deseos. Pasaron los meses y el galán siguió acosando a Fernanda, que cada día se sentía más dispuesta para aquel juego, hasta el extremo de aceptar una invitación de don Luis para asistir a una cacería organizada por su padre.

Llegado el día, don Luis se las arregló para estar solo toda la mañana con la ya enamorada doncella. Comieron plácidamente a la sombra de un chopo y poco después el joven caballero la invitó a dar un paseo. En animada conversación llegaron a una espesa arboleda cuando ya la tarde declinaba. Don Luis, creyendo que ya había llegado el momento de prescindir de galanteos platónicos, intentó abrazar a Fernanda. Ella trató de defenderse, pero comprendiendo que le sería imposible hacerlo, pidió socorro a grandes voces. Los gritos fueron oídos por los cazadores, y advirtieron la ausencia de la pareja.

Don Pedro montó en su caballo y, en compañía de otros caballeros, picó espuelas para dirigirse hacia allí. Antes de que llegaran, pudo acudir un labrador indígena, que al ver la situación de la doncella trató de defenderla de don Luis. Éste, ofendido y molesto, desenvainó un cuchillo, dispuesto a quitar la vida a aquel indígena. Pero no fue posible, porque, tras unos minutos de lucha, el labrador pudo arrebatar el arma a don Luis. Iba a clavársela, como venganza, ciego de ira, cuando don Pedro, que llegaba a todo galope y había visto la escena se precipitó con su caballo sobre el campesino que cayó con violencia al suelo y murió en el acto.

Entonces apareció de entre los árboles una anciana indígena, madre del labrador, que, lanzando una mirada dolorida sobre aquel cuadro, se dio cuenta enseguida de lo ocurrido. Levantó la cabeza para conocer al causante de aquella muerte, y se encontró con don Pedro, el caballero que la había seducido en su juventud y del que había tenido aquel hijo que acababa de morir. La anciana, al reconocerle, ciega de indignación, le hizo saber que ella era Laurinaga y que aquel cadáver era el de su propio hijo. Luego, elevando los ojos al cielo, como invocando a los dioses guanches, maldijo con voz temblorosa y acento grave aquella tierra de Fuerteventura, por ser señorío de aquel caballero don Pedro Fernández de Saavedra, causante de todas sus desgracias.

Dicen que a partir de aquel momento empezaron a soplar sobre aquellas tierras los vientos ardientes del Sahara, que se empezaron a quemar las flores y toda la isla fue convirtiéndose en un esqueleto agonizante, que, según la maldición de Laurinaga, acabará por desaparecer.

La princesa Guayanfanta

Guayanfanta era hermana del cacique Mayantigo, señor de Aridane ( Isla de La Palma). Era esta princesa una mujer hermosa. Alta, fuerte, bien proporcionada. Su bronceada tez, curtida por mil soles y vientos, contrastaba con unos ojos claros, de dulce pero firme mirada. Una negrísima cabellera suave y brillane se desparramaba por encima de sus hombros, con la majestuosidad de un manto real. Era, en efecto, una verdadera princesa.


Se casó con el afamado Chioare, joven de singular destreza y bella estampa varonil, era hombre de confianza de su cuñado Mayantigo.

No había tenido este matrimonio descendencia y quizás esto hubiera sido el motivo por el cual ambos esposos se pudieron dedicar con una mayor intensidad tanto al ejercicio de las armas y los más rudos deportes, como a la práctica de múltiples obras de caridad y ayuda entre sus hermanos de raza, por lo cual eran muy estimados y queridos entre su pueblo.

Pero la felicidad no podía ser eterna. Un aciago día Chioare caía muerto en un combate contra los enemigos, que venidos de tierras extrañas, pretendían arrebatarles sus idílica paz. Sobre su cadáver, incapaz de contener sus lágrimas, pero con un firme gesto de resolución en su bello rostro, Guayanfanta  habiéndose prometido a sí misma, consagrarse a la defensa de su pueblo y no descasar en la lucha hasta ver alejado para siempre al invasor. Para el tiempo en que se refiere esta historia, la princesa contaba ya alrededor de los treinta y cinco años, hallándose en la plenitud se su vigor físisco y de la animosisdad contra los enemigos de su pueblo.

En uno de los desembarcos efectuados por los españoles por los terminos del cacique Mayantigo, este se había aprestado a la defensa. Naturalmente allí estaba Guayanfanta, como un bravo más, en el lugar que hubiera ocupado su inolvidable Chioare.

La escaramuza fue dura y violenta. En aquella oportunidad la fortuna volvía sus espaldas a los nativos que se vieron seriamente comprometidos.

Considerandose perdida y dominada por el ardor de la refriega. Guayanfanta apresó a uno de los soldados enemigos, con todo su vigor, y sujetándole por debajo del brazo, trató de huir con él en volandas hacia un próximo risco, con la idea de lanzarse al abismo en compañía de aquel enemigo para que su muerte fuera al menos compensada de alguna manera.

Por forutuna, los compañeros de ésta se dieron cuenta del rapto, logrando apoderarse de Guayanfanta y arrebatarle la presa. Mas como ella insistiera en su intento de lanzarse al abismo, no encontraron mejor solución que herirla en ambas piernas, para que no pudiera caminar, no contándonos la Historia el tiempo que tardó en reponerse de ello, ni si en lo sucesivo empleara en mejores empresas sus bélicas artes.



 Tenesoya Guayarmina


La princesa Tenesoya Guayarmina era hija del Guanarteme de Gáldar, Egonayga Guachisemidan que más tarde pasaría a la Historia con el nombre de Fernando Guanarteme. Fué educada Guayarmina como correspondía a los hijos de la clase noble y casta real, que difería sensiblemente de la impartida a los de la plebe o clase llana. En la época que precedió, después de la muerte de Doramas en Arucas, a manos de Pedro de Vera, a la derrota de Egonayga en Gáldar y su ulterior prisión. La muerte de Doramas planteaba un serio problema a la gente de Telde, que quedaba así sin cabeza. Las cicunstancias bélicas que presidieron las actividades comunes del pueblo canario por aquellos días, habían sembrado gran confusión entre los grupos del guanartemato del extinto Doramas y las ambiciones se habían desatado en torno a la sucesión. Sin embargo, parecía prevalecer el criterio de un valiente guerrero llamado Taxarte, quien preconizaba el establecimineto de la unidad canaria de los tiempos de la reina AtidamanaPretendía que ambos guanartematos, el de Telde y el de Gáldar, pasaran a manos de Ventajuy, hijo del fallecido Ventahore, Guanarteme de Telde, que al morir no había dejado hijos mayores para sucederle, razón por la que Doramas se impuso, en su condición de sobrino como sucesor. 

A la reinvindicación de esta pretendida usurpación, agregaba Taxarte la favorable circunstancia de haber sido preso y conducido a la Peninsula, para su presentación en la Corte, el Guanarteme de Gáldar, por lo que ambos guanartematos se hallaban acéfalos, reinando una gran anarquía entre las gentes canarias, pese al esfuerzo de los guayres y faicanes por conservar el control y la unidad. Ventajuy Semidán era a la sazón un joven de escasos veinte años. Por su valor y prendas personales prometía ser todo lo que de él se esperaba. Se crió con su tío el gran Faycan Achemagan, hermano de ambos guanartemes, y este joven se enamoró de su prima la piencesa Tenesoya Guayarmiana , que para la época tenía dieciocho años, pasando por joven de repuada y extramada belleza. Veían Taxarte y Achemagan con muy buenos ojos estas relaciones, porque ellas facilitaban la unión de los dos guanartematos, por ser Guayarmina hija de EgonaigaDespués de la batalla de Arucas y de la muerte de Doramas a manos del capitán gobernador Pedro de Vera, decidió éste terminar de una vez para siempre con aquella política de contemporizaciòn y convenios con los caciques nativos, poniéndose a atacar Gáldar, poner preso al Guanarteme Egonaiga y enviarlo a la Península. Así lo hizo. Entre las pesonas que pudieron escapar a esta prisión se halló Tenesoya Guayarina, que recogida por sus parientes fue entregada a su tío Achamagan, circunstancia esta que al aproximar a ambos jóvenes contribuyó grandemente a consolidar su mutuo afecto.En medio de aquel ambiente impregnado de las más encontradas emociones y sobresaltos, en medio de aquellos días de agonía para un pueblo que luchaba desesperadamente por su independencia, sumergidos en aquellos atardeceres de reflejos sangientos abocados a un amanecer de efímeras esperanzas, sobresaltados por los rumores y por las sombras que los vientos traían arrastrando preñados nubarrones negros presagios, en medio del frenesí, de la lucha y del canto de guerra, Ventajuy y Guayarmina, escriberon para la posteridad de su pueblo la más bella página de una historia de amor, que termianaría con el elevado final de la clásica y suprema tragedia. Fueron innumerables los actos bélicos en los que el joven Ventajuy tomó parte, siempre acompañado y dirigido por el fiel TaxarteRegresó Egonaiga de la corte, bautizado y convertido en Fernando Guanarteme, investido con la alta sacrosanta misión de pacificar y convertir a su pueblo. Es indudable que la caballerosidad, las naturales y nobles prendas de este nuevo caballero adalid de la Cruz y de la espada, que fue Fernando Guanarteme, habían de fructificar en un inmediato futuro, dando fin a la tarea conquistadora. Así fue en efecto, Fernando, secundando los directos esfuerzos de Pedro de Vera, intervino como pacificador, no sólo en los conflictos armados de esta isla de Gran Canaria, sino también en el resto de los territorios isleños que quedaban por conquistar, en unión de otros notables guerreros canarios sometidos a la Corona. Es fácil imaginar el clima de tragedia y de heroísmo que tuvo que suponer para unos y otros, guerreros aborigenes y aborigenes pacificadores, el hecho de encontrarse frente a frente defendiendo respectivamente los más absolutos e irrevocables principios. Cuantas veces, en aquellas confrontaciones, en las que agotados los recursos de la discusión y de la persuasión, se llegaba al uso de las armas, no caerían traspasados hermanos por hermanos e incluso padres contra hijos. Podemos imaginar lo angustioso de aquella lucha intima y porfunda, de aquella agonizante batalla que en su interior tendría que librar Fernando, enfrentado en su misión pacificadora no sólo con los intereses de su pueblo, sino con la vida de sus propios deudos, como aconteció ante la últiama y definitiva batalla de Ansite en la que se enfrentaba con su sobrino Ventajuy Semidán y la felicidad de su propia hija GuayarminaLa batalla de Ansite se localiza entre Gáldar y Tirajana, el día 29 de abril de 1483 y es la culminación de la conquista de Gran Canaria. Habíase atrincherado el resto de la huestes canrias integradas aproximadamente por unos mil hombres y otras tantas mujeres y niños, en los altos de Tirajana, lugar muy propicio para una efectiva y encarnizada defensa. Pero las fuerzas de Pedro de Vera además de ser considerables y estar mejor armadas, habían rodeado las posiciones canarias y el resultado final prometíase muy adverso, aunque probablemente muy sangriento, para la causa de los canarios.En estas circunstancias, Pedro de Vera solicitó los buenos oficios, como habitualmente solía hacerlo, del viejo, Fernando Guanarteme, quien por última vez en su propia tierra y sobre su propia carne iba a intervenir en semejante desempeño. 
Los dialogos entre los dos bandos fueron de palabras implorantes unas veces y amenazadora otras, pero siempre afectuosas y persuasorias por parte de Fernando Guanarteme, termiando por fin con el triunfo de las razones de Fernando que, en nombre de la autoriada del Gobernador español, prometió a los canarios todo género de venturas y felicidades y el respeto de vidas y haciendas si se sometían sin pelear. Pero el Gran Faycan y su sobrino Ventajuy, no aceptaron tal resolución y sin otra alternativa que favoreciera su actitud de intransigente rebeldía, prefirieron la muerte. Ambos se miraron un momento, sin hablar, sin romper el quieto y espeso silencio que los rodeaba. Se abrazaron, y al grito de ¡Atis Tirma!, saltaron despeñándose en un barranco cercano, dos mujeres les siguieron prefiriendo la muerte antes que la deshonra de ver a su pueblo sometido. 
Esta muerte por despeñamiento era muy tradicional entre los canarios. Estando presente Guayarmina, que frustrada su intento de acompañar en la muerte a su prometido, al ser contenida fuertemente por parientes y amigos se reintegró con su dolor al hogar paterno, añadiendo la tradición que su padre la hizo bautizar y tomar el nombre de Catalina. tenía entonces dieciocho años y en aquella alma virgen e inocente habría de quedar grabada para siempre la impronta indeleble de la última gesta que truncaba todas sus esperanzas y escribía la última página, roja y brillante, en medio de la desesperación de su negrura, para aquel pueblo cuyas vicisitudes habían comenzado apenas cien años atrás.

martes, 21 de octubre de 2014

Leyendas I

Amarca, Doncella de Icod


En viejos romances canarios corría de boca en boca la triste historia de Amarca, la celebrada doncella indígena. Tan gallarda era su figura, tan peregrina su belleza que llegó a ser envidiada de todas las doncellas. Tenía su morada en las bellas alturas de Icod. Su rústico albergue parecía como un nidal colgado en las crestas de la montaña, para sustraerse a las miradas y a la ambiciones esas aves rapaces, embaucadoras, que se llevan a las muchachas guapas.
Hasta el rústico hogar de la doncella llegó un día Pelicar, el último Mencey, Rey y señor de estos dominios de Icod y quedóse atónito y deslumbrado ante la extraordinaria belleza de la joven. Desde aquel día memorable acrecentóse su fama y corrió como fausta noticia por todo el Menceyato. Una condición tenía la moza que contrastaba con lo humilde de su linaje: su natural altivo y desdeñoso.

Amarca veíase continuamente asediada de amores por muchísimos hombres y otras tantas sembró el dolor y la decepción en sus amantes. -¿A quién amará Amarca?, preguntabánse intrigada los zagales. ¿Para quién será el corazón de aquella belleza hija del Teide?. Guarecida a las faldas del coloso siempre entre las nieves.

Lo Sorprendente nueva no se hizo esperar mucho tiempo. Uno de los más aguerridos vasallos del Reino, Garigaiga, el pastor, había enloquecido por Amarca. Ella esquivaba su cariño; repudiaba su pasión local, desenfrenada. Repelía al hijo del Volcán, el de la tez hirauta y morena y los brazos recios como robles.

Enloquecido por el dolor de verse desdeñado, una tarde mientras los horizontes teñíanse de sangre y el sol moribundo plateaba las aguas del Océano como un riera de luna en una noche de misterio, vióse que Garigaiga, en el borde de un alto precipicio, agitaba sus brazos como banderas en la premura. Vióse arquear el cuerpo hacia delante, hundir la cabeza sobre el pecho y partir veloz hacia el abismo. La noticia del trágico suceso no tardó en extenderse por todas partes. Las mujeres, culpaban su egoísmo, y a sus desdenes atribuían la muerte del pastor.

De pronto Amarca desapareció, nadie sabía cual había sido el destino de la doncella. Sólo un anciano que una mañana la había visto descender de las cumbres y caminar como una sonámbula hasta las orillas del mar, hallábase en posesión del secreto. Qué no la buscasen, más parecía decir sus labios fríos y trémulos plegados para siempre y el anciano aquél lo contó todo. Una semana al brillar los primeros destellos del sol, vio que Amarca se arrojaba al abismo, y después de luchar con el bravo oleaje, llevábasela mar adentro una ola alegre y corretona como un niño.


Era la época del Beñesmen, de la sazón y de la riqueza de las mieses, eran los días de placidez y de luz, y todo sumióse en sombras y lágrimas... Amarca había aparecido muerta sobre las arenas de la playa, la habían matado un remordimiento muy hondo. El Mencey Pelicar mandó que se cantasen tristes endechas; que se encendiesen luminarias en los cerros, y que los más fornidos mozos, como real costumbre en los días aciagos, azotasen con sus varas las aguas del mar. Mandó también que se ungiese su cuerpo con los más olorosos perfumes, que no en vano era la flor más preciada de la comarca.

Al cabo de los años cuando algún nocturno caminante cruzaba las cumbres del Teide, un lamento extraño escalofriante, deteníale acongojado. Era una voz débil, apagada, dolorida, que se aparecía surgir del fondo del barranco. Era aquel mismo clamor de súplica, de pena, de trágica agonía que tantas veces balbucearan los labios febriles de Garigaiga, el loco: -"Amarca......hermana Amarca".


El Drago de Icod


El Drago de Icod de los Vinos es como un gigantesco dragón, que parece que estuviera vivo. Si se le pincha o hiere enseguida mana una sangre roja, intensa, medicinal. De ahí que se le relacione con el dragón de las múltiples cabezas que custodiaba el Jardín de las Hespérides en la mitología griega.

El Drago de Icod cuenta con algunas leyendas de origen guanche. Además, se dice que bajo este árbol se celebró la última reunión de los cuatro últimos menceyes guanches: Pelicar de Icod, Romen de Daute, Pelinor de Adeje y Adjoña de Abona para acordar ajustar la paz con el Rey de España, con el fin de evita un baño de sangre para su ya castigado pueblo.


Una de las leyendas más importantes sobre el Drago de Icod narra lo siguiente: Cuenta la leyenda que hace mucho tiempo desembarcó en la playa de San Marcos de Icod un mercader procedente de tierras mediterráneas en busca de “sangre de drago” (Se trataba de la savia de dicho árbol que por aquel entonces era un producto utilizado en algunos productos farmacéuticos). Cuando llegó a la playa sorprendió a unas jovencitas guanches que se bañaban solas en el mar siguiendo el rito tradicional. Inmediatamente comenzó a perseguirlas y logró apoderarse de una de ellas. La joven viéndose capturada intentó cautivar su corazón ofreciéndole manjares de la tierra. El navegante que venía en busca de la “sangre de Drago” y que traía en su imaginación el viejo mito griego de las Hespérides, le pareció que los frutos que le ofrecía la joven eran las míticas manzanas del Jardín de las Hespérides. Mientras comía dando rienda suelta a sus pensamientos, ella aprovechó para escaparse, cruzó el barranco y se refugió en un bosque cercano. El la persiguió, pero de pronto se dio cuenta de que algo se interponía entre él y su presa: era un árbol, que majestuoso meneaba sus ramas como si de espadas se trataran. Su tronco se semejaba a una serpiente y en su interior se ocultaba la doncella guanche. El navegante, asustado, le lanzó al supuesto monstruo una flecha que al clavarse en el árbol hizo que de este brotara sangre líquida de Drago. Confundido y atemorizado huyó despavorido hacia el mar y rápidamente se subió a la barca y y comenzó a alejarse de la costa ya que estaba convencido de que había sorprendido en el jardín a una de las Hespérides a la que salió a defender el mítico Dragón.

Gara y Jonay


-"Como lo de arriba es lo de abajo, lo que fue será, lo que ha de suceder ocurrirá". Así había hablado Gerían, el viejo que rompía gánigos con la mirada. Gara no supo qué secreto guardaban las palabras del viejo de los ojos poderosos. Estaban próximas las fiestas del Beñesmén. Pronto llegarían a La Gomera desde Tenerife los Menceyes y nobles principales para tomar parte en las celebraciones de la recolección. 
Gara, princesa de Agulo, y las jóvenes gomeras habían acudido donde Los Chorros de Epina para mirar su rostro en el agua. Fue entonces cuando los ojos poderosos del viejo Gerían vieron lo que a ninguna otra mirada se revelaba.: -"La sombra del fuego quema el agua. La muerte acecha. Como lo de arriba es lo de abajo, lo que fue será, lo que ha de suceder ocurrirá".

Siete chorros mágicos manaban en Epina. Los siete nacían en siete puntos distintos de los adentros de la isla sin que nadie hubiese descubierto nunca su origen secreto. Siete charcos formaban los siete chorros y siete virtudes ofrecían a los que de ellos bebiesen. Y era costumbre que, cuando llegaban las fiestas del Beñesmén, las jóvenes gomeras juntasen agua de cada uno de los siete chorros en un pequeño estanquillo hecho a base de beas, musgos y yedras. Antes de que el sol rayara, miraban su rostro en el agua y si la imagen era calma y clara, ese año encontrarían pareja, más si el reflejo era turbio o lo empañaban las sombras, la desgracia aguardaba como aguarda sigilosa en su tela la araña.


Gara se había asomado al estanquillo y, al principio, fue nítido y quieto el reflejo de su imagen, pero pronto el líquido se cubrió de sombras y comenzó a agitarse hasta que en vez de su rostro apareció un sol incendiario que cegó el agua dejándola sucia, revuelta y anochecida: -"Lo que ha de suceder ocurrirá. Huye del fuego, Gara, o el fuego habra de consumirte". Así habló Gerián, el que rompía gánigos con la mirada, el que veía lo que a otros ojos quedaba oculto. Y corrió de boca en boca el augurio. Y calló Gara su temor y su asombro.

Arribaron los Menceyes y nobles de Tenerife a las playas de La Gomera para compartir las fiestas del Beñesmén. Al Mencey de Adeje le acompañaba su hijo Jonay que no tardó en distinguirse en las luchas con los banotes, en la esquiva de guijas, en la alzada de pesos y en las otras competiciones y juegos en que tomaba parte. Gara lo contemplaba. Como acude la sangre a la herida o como el mar refleja el cielo, inevitablemente, se descubrieron y se enlazaron sus miradas. No pudieron impedir que el amor les alcanzase. Así lo hicieron saber a sus padres y así, para añadir más júbilo a la alegría de las fiestas del Beñesmén, fue hecho público su compromiso.

Apenas se propagó la nueva, inesperadamente el mar se pobló de destellos y se cuajó el aire de estampidos y ecos prolongados. Echeyde, el gran volcán de Tenerife, arrojaba lava y fuego por el cráter. Tanta era su furia que desde La Gomera podían divisar las largas lenguas encendidas estirándose desde la cima hacia lo alto. Entonces fue cuando recordaron el augurio del viejo Gerián, el aojador. Gara y Jonay, agua y fuego. Gara era princesa de Agulo, El Lugar Del AguaJonay venía de la Tierra del Fuego, de la Isla del Infierno. No podía ser. El fuego retrocede ante el agua. El agua se consume en el fuego. Gara y Jonay, agua y fuego. Imposible su mezcla imposible la alianza. Las llamaradas que brotaban de la boca de Echeyde lo confirmaban. Aquel amor era imposible. Sólo grandes males podían sucederse si no se separaban. Bajo amenaza, les prohibieron sus padres que volvieran a encontrarse. Su unión quedó maldita.
Calmó su furia Echeyde y de nuevo se encerró el fuego en sus adentros de piedra. Concluyeron las fiestas del Beñesmén y, sin peligro ya en la isla, regresaron a Tenerife los Menceyes y nobles que habían ido a La Gomera. Mas Jonay no podía olvidar a Gara. Un peso infinito, como un quebranto interminable, lo doblegaba y lo desvivía. Necesitaba volver a verla, tenerla a su lado pese a las prohibiciones, pese a la maldición que sobre ellos se cernía. Ató Jonay a su cintura dos vejigas de animal infladas y, al amparo de la noche, se lanzó al mar dispuesto a atravesar la distancia que le separaba de su enamorada. Las vejigas le ayudaban a flotar y, cuando el cansancio rendía sus fuerzas, la imagen de Gara acudía a su memoria dándole ánimos para recobrarse y seguir nadando. Así hasta que, aun dudosa, la luz del alba lo recibió al llegar a las playas de La Gomera.

-"El fuego habrá de consumirte". Eso le había dicho Gerián a Gara. Y un fuego desmesurado la incendió cuando Jonay, escabulléndose y ocultándose, fue a encontrarla y se abrazaron apasionadamente. Escaparon por entre los montes de laurisilva hasta refugiarse en El Cedro. Allí se entregaron al amor y se fundieron sus labios y sus ansias. Más no podía durar mucho aquella pasión furtiva. Lo dijo Gerián cuando el rostro de Gara desapareció del agua de Los Chorros de Epina y en su lugar sólo hubo un resplandor de hoguera sobre el líquido sucio, revuelto y anochecido: -"La muerte acecha. Como lo de arriba es lo de abajo, lo que fue será., lo que ha de suceder ocurrirá".


Enterado el padre de Gara de la huída de su hija con Jonay, dispuso que salieran a perseguirlos. En la cumbre más alta de La Gomera habrían de encontrarlos, estrechamente unidos, amándose. Antes que volver a separarse, antes de que sus perseguidores les prendieran, Garala princesa del Lugar Del Agua, y Jonaypríncipe de la Tierra del Fuego, buscaron la muerte. Afiló Jonay con su tabona los extremos de una recia vara de cedro y la colocó entre su pecho y el de Gara, las puntas hirientes apoyadas sobre sus corazones. Luego, sin decirse nada, mirándose a los ojos, sintiendo como la vara de cedro los traspasaba por el empuje de su violento y desesperado abrazo, quedaron quietamente fundidos. Entonces agua y fuego fueron uno solo en la suma de sus cuerpos.


El Árbol Garoé

-"No hay más agua en la isla que la que destila El Garoé." Así habló el bravo Erese en la asamblea. Tenesedra, su mujer, continuó relatando el plan: -"Si lográramos ocultarlo recubriendo sus ramas, la sed obligaría a los extranjeros a marcharse."

Los extranjeros, al mando de Juan de Bethencourt, habían arribado a la playa de Tecorone una mañana de estío, desplegadas las velas de sus embarcaciones semejando casa blancas en el mar. Cuando Armiche, rey de la isla del Hierro, vio balancearse sobre las aguas los navíos, recordó el antiguo oráculo de Yoñe el agorero: -"Sólo bienes y beneficios traerán los extranjeros, emisarios de Eraoranhan el dios."


Al desembarcar, Juan de Bethencourt envió un mensaje a Armiche para que le transmitiera palabras de protección y amistad. Aquel mensajero era Augeron, el hermano del monarca herreño, que cayó años atrás en manos de aragoneses, fue luego a poder del rey de Castilla y de él pasó a servir a Bethencourt. Apenas se dio a conocer Augeron a su hermano y le declaró su comisión, Armiche, acompañado de ciento once isleños, vino a rendirse y dar muestras de vasallaje al conquistador francés. Mas Erese y Tenesedra, su mujer, y el valiente Guasaguar, y el osado Tincos, y un grupo de fieles amigos no aceptan la sumisión y quieren seguir siendo dueños de su destino. Por eso se han reunido. Por eso cavilan la mejor manera de combatir y rechazar a los invasores: -"Tenemos que ocultar el Árbol Santo. No hay más agua en la isla que la que destila El Garoé."

Era El Garoé único en su especie, sin que hubiera otro árbol semejante en la isla. El tronco tenía de circuito y grosor doce palmos, su ancho sumaba cuatro y el alto cuarenta desde el pie a la mayor altura. Ciento veinte pies de torno contaba la copa en redondo. Las ramas muy extendidas y coposas, muy elevadas de la tierra. su fruta, como bellota con su capillo y fruto como piñón, gustoso al comer, aromático, aunque más blando.


Jamás perdía El Garoé la hoja, similar a la hoja del laurel, aunque más grande y ancha y encorvada, con verdor perpetuo. Y jamás perdía la hoja porque en cuanto se secaba caía pronto quedando siempre la verde. Abrazada al Árbol Santo estaba una zarza que cogía y cerraba muchas de sus ramas. Se hallaba emplazado en el lugar y término al que denominaban Tigulahe que era una cañada que iba por un valle arriba desde el mar a un frontón de risco. Sano, entero y fresco durante años, las hojas de El Garoé destilaban tanta y tan continua agua que bastaba para dar de beber a la isla toda. Más de veinte botas de su agua se recogían cada día.

Y es que todas la mañanas se levantaba del mar una nube o niebla de la más cerca del valle que subía con el viento sur o levante la cañada arriba hasta dar en el fontón del risco. Y como se hallaba allí El Garoé, árbol espeso de muchas y anchas hojas, la nube o niebla se asentaba en él y él la recogía y se iba deshaciendo y destilaba el agua. De aquella fuente prodigiosa proveía la naturaleza a los herreños frente a la sequedad de la tierra: -"Apresurémonos pues a cubrir el Árbol Santo."

Concluyó así la reunión y se aprestaron a llevar a cabo lo acordado. También Agarfa, la de esbelto cuerpo y labios de corinto, colaboró en la faena. El osado Tincos, distinguido en las luchas contra los piratas que arribaban al Hierro para capturar isleños y venderlos como esclavos, amaba a Agarfa intensamente. Mas ella no le correspondía. Cuando se dejaba vencer por la pesadumbre, desganado e inapetente, Tincos pasaba largos ratos sin comer. Y exclamaba suspirando a quienes para evitarle daño intentaban que probase alimento: -"Mimerahaná, ziná zinuhá, ahemen aten haran hua, zu Agarfú finere nuzá." (¿Qué traes? ¿Qué llevas ahí? Pero ¿qué importa la leche, el agua y el pan si Agarfa no quiere mirarme?).

Pero ahora Tincos no cede a la melancolía porque siente próximos los labios de corinto y el esbelto cuerpo de Agarfa. La ve moverse entre los otros, hermosa, volcada en la tarea. Se ocupan de transportar y distribuir gánigos llenos del agua del Árbol Santo de la que harán provisión en sus moradas. En la cañada de TigulaheEl Garoé ya ha quedado oculto a las miradas: -"Si alguien descubre el secreto pagará con la muerte."

Insistentemente los hombres de Juan de Bethencourt indagaban el cielo con la esperanza de ver llegar la lluvia sobre ellos. Sólo el sol respondía a sus miradas. La sed comenzó a pesar en sus ánimos. Habían agotado ya las reservas de agua que trajeron en sus naves. Luego buscaron por todos los rincones de la isla algún arroyo, alguna fuente, charca, manantial o estanque, algún signo que les revelara dónde o qué bebían los isleños.

-"Sólo bebemos el agua de la lluvia."
-"¿Y cuándo no llegan las lluvias?"
-"Aguardamos."
-"¿Y si siguen sin llegar?"
-"Seguimos aguardando."


Mas recelaron que algún misterio había en aquel vivir sin beber y extremaron sus interrogatorios y fueron más meticulosas las expediciones en pos de encontrar algún manantial de agua viva. sin embargo, nada hallaron. Con una de aquellas expediciones fue a tropezar un día Agarfa, la de esbelto cuerpo y labios de corinto. Y fue a enamorarse de un soldado andaluz que en ella iba y ante quien notó latir con vivo impulso la sangre avivándole el cuerpo como en un estremecimiento. No tardó Agarafa en entregársele. No tardó en descubrirle el secreto de las aguas de El Garoé. Así saciaron su sed los invasores.

La noticia de la traición de Agarfa se propagó como una tormenta de milanos. Erese y Tenesedra, Guarsaguar y los otros buscaron vengarse de quien les había dejado a merced del enemigo. Pero Tincos les contiene. Quiere ser él, por su propia mano, el que castigue la culpa. Los otros acceden, tanta es la cólera y la fiereza del antiguo enamorado de Agarfa. Y mientras recorre la isla para dar con el escondite donde huyó a refugiarse la mujer, Tincos siente que, más que el que haya revelado el secreto de El Garoé, le pena y le quebranta el imaginar los labios y el cuerpo de Agarfa poseídos por los labios y el cuerpo del otro hombre.
En eso pensaba cuando, implacable, clavó su afilado venode en el pecho de Agarfa: en su cuerpo esbelto y en sus labios de corinto. En eso pensaba cuando los guirres volaban por los alrededores de Tigulahe sobre El Garoé presagiando horas aciagas antes de que Armiche y los suyos fueran tomados como esclavos, antes de que las cenizas de Yoñe el agorero fueran apedreadas y se esparcieran en el olvido.